domingo, 9 de octubre de 2022

síntesis de la historia argentina


    

Síntesis de la Historia Argentina

Argentina indígena

La población del actual territorio argentino a la llegada de los españoles a principios del siglo XVI sumaba unas 330.000 personas agrupadas en una veintena de grupos étnicos. Los habitantes del Noroeste, de las Sierras Centrales y de la Mesopotamia practicaban la agricultura, mientras que el resto del territorio estaba ocupado por grupos de cazadores-recolectores. Las culturas más extendidas fueron los diaguitas al Noroeste, los guaraníes, los tupíes, los tobas y los guaycurúes en el Noreste, los pampas en el centro y los tehuelches, mapuches y onas en el Sur.

Conquista y colonia (1492-1776)
En 1536 Don Pedro de Mendoza fundó Santa María de los Buenos Ayres, la primera ciudad argentina. La miseria y el hambre doblegaron a Mendoza y su gente y Buenos Aires quedó despoblada hasta su segunda fundación por Juan de Garay en 1580. Las ciudades argentinas fueron fundadas por conquistadores que provenían de distintas zonas de América. La corriente pobladora del este, llegada desde España, tomó como base de operaciones la ciudad de Asunción y fundó las ciudades litorales. La que vino desde el Perú ocupó el Tucumán, como se llamaba entonces a todo el Noroeste argentino. Las ciudades cuyanas fueron fundadas por la corriente proveniente de Chile.

Virreinato (1776-1810)

Lo que hoy es la Argentina perteneció al virreinato del Perú hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos. La capital, Buenos Aires, se convirtió en un gran puerto comercial y se incrementó notablemente la exportación de cueros, tasajo y de la plata proveniente de las minas del Potosí. El sistema de monopolio impuesto por España prohibía comerciar con otro país que no fuera la propia España. Esto encarecía notablemente los productos y complicaba la exportación al tiempo que fomentaba el contrabando a gran escala. En 1806 y 1807 se produjeron dos invasiones inglesas, que fueron rechazadas por el pueblo de Buenos Aires, alistado en milicias de criollos y españoles. En cada milicia, los jefes y oficiales fueron elegidos democráticamente por sus integrantes. Las milicias se transformaron en centros de discusión política.

Independencia (1810-1820)
Las invasiones inglesas demostraron que España estaba seriamente debilitada y que no podía ni abastecer correctamente ni defender a sus colonias La ocupación francesa de España por Napoleón, la captura de del Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y la caída de la Junta Central de Sevilla decidieron a los criollos a actuar. El 25 de mayo de 1810 se formó la Primera Junta de gobierno presidida por Cornelio Saavedra, que puso fin al período virreinal. Mariano Moreno, secretario de la Junta, llevó adelante una política revolucionaria tendiente a fomentar el libre comercio y a sentar las bases para una futura independencia.

Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad política. Se suceden los gobiernos (Primera Junta (1810), Junta Grande (1811), Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no pueden consolidar su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se destacaron Manuel Belgrano, José de San Martín, llegado al país en 1812, y Martín Miguel de Güemes. Las campañas sanmartinianas terminaron, tras liberar a Chile, con el centro del poder español de Lima. El 9 de julio de 1816 un congreso de diputados de las Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819 dictó una constitución centralista que despertó el enojo de las provincias, celosas de su autonomía.

Era de Rivadavia (1820-1829)
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales, partidarios de las autonomías provinciales, y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos Aires. Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada provincia se gobernó por su cuenta. La principal beneficiada por la situación fue  Buenos Aires, la provincia más rica, que retuvo para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.

Época de Rosas (1829-1852)
En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, asumió la gobernación de Buenos Aires y ejerció una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, retuvo el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el rosismo creció enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña.

Buenos Aires y la Confederación (1852-1862)
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires que se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande con el que derrotó definitivamente a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853 sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina dieron un golpe de estado, conocido como la «Revolución del 11 de Septiembre de 1852». A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que en septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña.

Organización nacional (1862-1880)
Luego de la batalla de Pavón se sucedieron los gobiernos de Bartolomé Mitre (1862-68), Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880), quienes concretaron la derrota de las oposiciones del interior, la ocupación del todo el territorio nacional y la organización institucional del país fomentando la educación, la agricultura, las comunicaciones, los transportes, la inmigración y la incorporación de la Argentina al mercado mundial como proveedora de materias primas y compradora de manufacturas.

República liberal (1880-1916)
En 1880 llegó al poder el general Julio A. Roca, quien consolidó el modelo económico agroexportador y el modelo político conservador basado en el fraude electoral y la exclusión de la mayoría de la población de la vida política. Se incrementaron notablemente las inversiones inglesas en bancos, frigoríficos y ferrocarriles y creció nuestra deuda externa. En 1890 se produjo una grave crisis financiera en la que se cristalizaron distintas oposiciones al régimen gobernante. Por el lado político, la Unión Cívica Radical luchaba por la limpieza electoral y contra la corrupción, mientras que, por el lado social, el movimiento obrero peleaba por la dignidad de los trabajadores desde los gremios socialistas y anarquistas.

La lucha radical, expresada en las revoluciones de 1893 y 1905, y el creciente descontento social, expresado por innumerables huelgas, llevaron a un sector de la clase dominante a impulsar una reforma electoral para calmar los ánimos y trasladar la discusión política de las calles al parlamento. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley que lleva su nombre y que estableció el voto secreto y obligatorio.

Primeros gobiernos radicales (1916-1930)
La aplicación de la Ley Sáenz Peña hizo posible la llegada del radicalismo al gobierno. Los radicales gobernaron el país entre 1916 y 1930 bajo las presidencias de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) (1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928), e impulsaron importantes cambios tendientes a la ampliación de la participación ciudadana, la democratización de la sociedad, la nacionalización del petróleo y la difusión de la enseñanza universitaria. El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de la Semana Trágica y la de la Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles de trabajadores detenidos y centenares de muertos.

Década infame (1930-1943)
El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo encabezaron un golpe de estado, apoyado por grupos políticos conservadores, y expulsaron del gobierno a Yrigoyen, inaugurando un período en el que volvió el fraude electoral y la exclusión política de las mayorías. En 1933 se firmó el Pacto Roca-Runciman con Inglaterra, que aumentó enormemente la dependencia Argentina con ese país. Se sucedieron los gobiernos conservadores (el general Uriburu, entre 1930 y 1932; el general Justo, entre 1932 y 38; Roberto Ortiz, entre 1938 y 1942, y Ramón Castillo, entre 1942 y 1943), que se desentendieron de los padecimientos de los sectores populares y beneficiaron con sus políticas a los grupos y familias más poderosas del país.

Ascenso y auge del peronismo (1943-1955)
En 1943 un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de estado y derrocó al presidente Castillo. Dentro de este grupo se destacó el coronel Juan Domingo Perón, quien, desde la secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante un política tendiente a mejorar la legislación laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo). El apoyo popular a Perón lo condujo al gobierno en las elecciones de 1946. Durante sus dos presidencias (1946-1952 y 1952-1955) Perón, que ejerció el poder limitando el accionar de la oposición y censurando a la prensa, impulsó una política que combinaba el impulso de la industria, el empleo, las comunicaciones y los transportes, con la acción social desarrollada por Eva Perón a través de la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica para los más pobres.

“Revolución libertadora” (1955-1958)
En 1955 un golpe militar con amplio apoyo político y social derrocó a Perón, quien marchó al exilio. Tras el breve interregno de Lonardi, militar de corte nacionalista y católico, un nuevo golpe de comando puso al Ejército, representado por Pedro Eugenio Aramburu, y a la Marina, representada por Isaac Rojas, a la cabeza de un gobierno, cuyo objetivo medular era eliminar al peronismo de la vida nacional, apuntando fundamentalmente al movimiento obrero. El decreto 4161 y los fusilamientos de junio de 1956, máxima expresión de la reacción, se combinaron con la reforma de la constitución (1957) y la implementación de un proyecto económico liberal  ideado por Raúl Prebisch, que buscaba desmontar el modelo peronista y lograr la “estabilización” económica con el respaldo del FMI. En este marco de violenta persecución, comenzó la denominada “resistencia peronista”, que se extendió también a numerosos sectores populares no peronistas. No sin oposición interna, el régimen militar concedió una apertura electoral que creyó controlar y que dio paso al período de las democracias condicionadas encabezadas por gobiernos radicales.

Frondizi e Illia (1958-1966)
En 1958 el líder de la Unión Cívica Radical Intransigente, Arturo Frondizi, llegó al gobierno tras sellar una alianza con Perón. Sin embargo, su política desarrollista, llevada a cabo mediante la contratación de empresas extranjeras para la extracción de petróleo y la gestión de un crédito del FMI, condicionado a la implementación de medidas liberales, no tardaron en granjearle la hostilidad del peronismo. Para hacer frente a las manifestaciones de descontento, el gobierno puso en marcha el “plan Conintes”, que otorgó al Ejército la facultad de arrestar, detener e interrogar a gremialistas y opositores. Su política exterior y el triunfo del peronismo en las elecciones de 1962 precipitaron un nuevo golpe de estado. Procurando salvar la institucionalidad, asumió el presidente del Senado, el radical José María Guido, cuyo gobierno estuvo tutelado desde las filas castrenses. Las elecciones presidenciales de 1963, con proscripción del peronismo, llevaron a la presidencia a Arturo Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo. La anulación de los contratos petroleros, la Ley de Medicamentos y un aumento en la inversión en salud y educación cosecharon hostilidad en el empresariado. El peronismo, especialmente su base sindical, y la prensa llevaron adelante una fuerte campaña contra el líder radical, dejando el terreno libre para que, una vez más las Fuerzas Armadas, asestaran un nuevo golpe a la democracia. El 28 de junio de 1966, Juan Carlos Onganía asumió de facto el mando del país. Contaba, una vez más, con amplio apoyo político y social.

La “Revolución argentina” (1966-1973)
El general Juan Carlos Onganía aplicó, con apoyo del FMI, un fuerte programa liberal orientado a satisfacer los intereses de los grandes grupos económicos, al tiempo que, bajo los auspicios de la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por Estados Unidos, convirtió la persecución del peronismo en la del comunismo y de las guerrillas. Implantó una rígida censura, que alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales, incluyendo la intervención de las universidades y la expulsión de profesores opositores, que derivó en lo que se conoce como la “fuga de cerebros”. Sin embargo, las movilizaciones estudiantiles, las insurrecciones populares (como el Cordobazo) y la organización guerrillera debilitaron al gobierno provocando un golpe interno. En junio de 1970 asumiría Roberto Levingston, de corte nacionalista, que no lograría contener las protestas populares y la actividad guerrillera. Una segunda manifestación popular en Córdoba, conocida como el “Viborazo”, dio por tierra con este nuevo gobierno. En marzo de 1971, asumió Alejandro Agustín Lanusse, quien propugnó una política conciliatoria, a través del GAN (Gran Acuerdo Nacional), permitiendo el regreso de Juan Domingo Perón y convocando a elecciones nacionales sin proscripciones para el peronismo. En marzo de 1973, el triunfo sería para los candidatos de esa fuerza, Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima.

Vuelta de Perón (1973-1976)
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora, 1973; Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón 1974-1976), quienes intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo, como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de 1973, complicaron la situación, que se agravó aún más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, de conducir el país. Esta crisis fue aprovechada para terminar con el gobierno democrático y dar un nuevo golpe militar, que contó una vez más con un amplio respaldo civil.

Dictadura (1976-1983)
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los organismos internacionales de crédito, como el Banco Mundial y el FMI. El saldo de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del Ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos y de la implementación de una política económica que beneficiaba a los grupos económicos locales y extranjeros.

Raúl Alfonsín (1983-1989)
El 10 de diciembre de 1983, después de casi veinte años, el radicalismo volvía al gobierno tras el triunfo de Raúl Alfonsín. Empujado por la fuerza de los organismos de derechos humanos que nacían tras la feroz represión militar, el líder radical abrió las puertas a las denuncias y a una primera investigación sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, que se reflejó en el informe de la CONADEP y que permitió que fueran juzgadas las cúpulas militares en el Juicio a las Juntas. Aunque insuficiente para algunos organismos, la política de derechos humanos de Alfonsín fue severamente atacada por amplios sectores militares, que produjeron el movimiento carapintada, los retrocesos hacia las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y el último intento guerrillero que culminó en la masacre de La Tablada. Pero lo que había cambiado sustancialmente eran las bases económicas. Con el creciente poderío de los grupos financieros y un mecanismo de endeudamiento externo incontrolable, Alfonsín cedió ante las recetas liberales y no logró reencauzar una economía desindustrializada y anémica. Con escaso apoyo social, frente a un peronismo conspirativo y con los grupos económicos en contra, la hiperinflación obligó a Alfonsín a renunciar antes de tiempo. Vendría el tiempo del “menemato”.

Carlos Menem (1989-1999)
La caída del Muro de Berlín y el fin de la era del mundo bipolar se combinaron con el avance de Estados Unidos hacia la región latinoamericana, cuya formulación más emblemática en materia económica fue el Consenso de Washington, una serie de medidas que establecían la aplicación en América Latina de un proyecto de corte neoliberal. Carlos Menem, el candidato peronista que accedió a la presidencia en 1989, procedió paradójicamente a implementar este programa, que se encontraba en las antípodas de su prédica electoral y de los postulados históricos del peronismo. La privatización de empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Entel, Gas del Estado, entre otras, fue acompañada por una apertura indiscriminada del mercado a los productos y capitales extranjeros y por una política de “relaciones carnales” con los Estados Unidos. El proyecto se completó con el Plan de Convertibilidad monetaria impulsado por Domingo Cavallo y las renegociaciones de la deuda externa, que provocaron una mayor dependencia y endeudamiento. El modelo suscitó el apoyo de los sectores medios, que inicialmente se vieron beneficiados por la política monetaria y de importación. Pero pronto comenzaron a hacerse visibles los efectos devastadores en términos sociales y culturales, con una explosión de la desocupación y de la pobreza, y con la visibilidad e impunidad de la corrupción a gran escala. A ello se sumaba una política de “reconciliación” plasmada con los indultos a las cúpulas militares que implementaron el Terrorismo de Estado y también a las guerrilleras. El descontento social no se hizo esperar y algunos estallidos populares (Santiagueñazo y piqueteros en CutralCó y General Mosconi) fueron acompañados por la convergencia política de amplios sectores en lo que terminaría conformando el crítico y progresista espacio del FREPASO y la posterior moderada Alianza en 1997, que con Fernando de la Rúa a la cabeza, pondría fin al gobierno menemista en 1999, pero no al modelo neoliberal implementado.


peron


presidente de Argentina

Juan Domingo Perón (Lobos8 de octubre de 1895-Olivos1 de julio de 1974)[4]​ fue un político, militar y escritor argentino, tres veces presidente de la Nación Argentina, una vez vicepresidente de facto, y fundador del peronismo, uno de los movimientos populares más importantes de la historia de la Argentina. Fue la única persona en ser elegida tres veces presidente de su país y el primero en ser elegido por sufragio universal masculino y femenino.

Juan Domingo Perón
Juan Peron con banda de presidente.jpg
Perón tras asumir la presidencia en 1946

Presidente de la Nación Argentina
12 de octubre de 1973-1 de julio de 1974
GabineteGabinete de Juan D. Perón
VicepresidentaMaría E. Martínez de Perón
PredecesorRaúl Lastiri
SucesoraMaría E. Martínez de Perón

4 de junio de 1946-21 de septiembre de 1955
Gabinete1.º Gabinete de Juan D. Perón
2.º Gabinete de Juan D. Perón
VicepresidenteHortensio Quijano (1946-1952)
Alberto Teisaire (1954-1955)
PredecesorEdelmiro J. Farrell (de facto)
Sucesor• Junta Militar (21-23 sep 1955)[n. 1]
• Eduardo Lonardi (de facto)

Presidente del Partido Justicialista
21 de noviembre de 1946-1 de julio de 1974
PredecesorCreación de partido
SucesoraMaría E. Martínez de Perón

Vicepresidente de la Nación Argentina
de facto
8 de julio de 1944-10 de octubre de 1945
PresidenteEdelmiro J. Farrell (de facto)
PredecesorEdelmiro J. Farrell (de facto)
SucesorJuan Pistarini (de facto)

Secretario de Trabajo y Previsión de la Nación Argentina
de facto
1 de diciembre de 1943-10 de octubre de 1945
PresidentePedro Pablo Ramírez (1943-1944, de facto)
Edelmiro Farrell (1944-1945, de facto)
PredecesorSecretaría creada
SucesorJuan Fentanes (interino)[1][* 1]

Ministro de Guerra de la Nación Argentina
de facto
24 de febrero de 1944-8 de octubre de 1945
PresidenteEdelmiro J. Farrell (de facto)
PredecesorEdelmiro J. Farrell
SucesorEduardo Ávalos

Información personal
ApodoPoch

8 de octubre de 1895
LobosProvincia de Buenos AiresArgentina
Fallecimiento1 de julio de 1974 (78 años)
OlivosProvincia de Buenos Aires
Causa de muerteFibrilación ventricular
SepulturaQuinta de San Vicente 
NacionalidadArgentina
ReligiónCatólico
Familia
PadresMario Tomás Perón y Juana Salvadora Sosa
CónyugeAurelia Tizón (1929-1938)
Eva Duarte (1945-1952)
María Estela Martínez (1961-1974)
FamiliaresTomás Liberato Perón (abuelo paterno)
Educación
Educado enColegio Militar de la Nación
Información profesional
OcupaciónPolítico y militar
ÁreaInfantería
LealtadArgentina Ver y modificar los datos en Wikidata
Rango militarTG-EA.png Teniente general[3]
Partido políticoPartido Laborista (1945-1946)
Partido Justicialista (1946-1974)
AfiliacionesFrente Justicialista de Liberación (1972-1974)
FirmaJuan Peron Signature.svg
Notas
  1.  En septiembre de 1955 se constituyó la Junta Militar a cargo del traspaso del poder a la Revolución Libertadora. La misma quedó al mando del general de brigada José D. Molina, quien la presidió por tener el mayor y antigüedad.

Participó en la Revolución del 43, que dio por terminada la llamada Década Infame. Luego de establecer una alianza con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria, ocupó la titularidad del Departamento Nacional de Trabajo, la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Ministerio de Guerra y la vicepresidencia de la Nación. Desde los dos primeros cargos tomó medidas para favorecer a los sectores obreros y hacer efectivas las leyes laborales: impulsó los convenios colectivos, el Estatuto del Peón de Campo, los tribunales del trabajo y la extensión de las jubilaciones a los empleados de comercio. Estas medidas le ganaron el apoyo de gran parte del movimiento obrero y el repudio de los sectores empresariales, de altos ingresos y del embajador de los Estados UnidosSpruille Braden, por lo que se generó a partir de 1945 un amplio movimiento en su contra. En octubre de ese año, un golpe palaciego militar lo forzó a renunciar y luego dispuso su arresto, con lo que se desencadenó, el 17 de octubre de 1945, una gran movilización obrera que reclamó su liberación hasta que la obtuvo. Ese mismo año se casó con María Eva Duarte, quien desempeñó un papel político importante durante la presidencia de Perón.

Se presentó como candidato a presidente en las elecciones de 1946 y resultó triunfador. Tiempo después fusionó los tres partidos que habían sostenido su candidatura para crear primero el Partido Único de la Revolución y luego el Partido Peronista; tras la Reforma Constitucional de 1949, fue reelegido en 1951 en las primeras elecciones realizadas con participación de mujeres y varones en Argentina. Además de continuar con sus políticas en pos de favorecer a los sectores más postergados, su gobierno se caracterizó por implementar una línea nacionalista e industrialista, sobre todo en lo tocante a la industria textilsiderúrgicamilitar, de transporte y comercio exterior. En política internacional sostuvo una tercera posición ante la Unión Soviética y los Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría. En su último año de gobierno se enfrentó con la Iglesia católica, acrecentando el enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas, por lo que el Gobierno endureció su persecución hacia la oposición y a los medios de prensa opositores. Tras una serie de hechos de violencia por parte de grupos civiles y militares antiperonistas, y especialmente del bombardeo de la Plaza de Mayo a mediados de 1955, Perón fue derrocado en septiembre de ese mismo año.

La dictadura subsiguiente proscribió al peronismo de la vida política y derogó la reforma constitucional, la cual incluía medidas de resguardo de los sectores sociales más bajos y la igualdad jurídica de varones y mujeres. Tras su derrocamiento Perón se exilió en ParaguayPanamáNicaraguaVenezuelaRepública Dominicana y finalmente en España. Viudo desde 1952, durante su exilio se casó con María Estela Martínez, conocida como Isabel. En su ausencia, surgió en Argentina un movimiento conocido como la resistencia peronista, integrada por diversos grupos sindicales, juveniles, estudiantiles, barriales, religiosos, culturales y guerrilleros, que tenían como fin común la vuelta de Perón y la convocatoria a elecciones libres y sin proscripciones.

Intentó retornar al país en 1964, pero el presidente Arturo Illía lo impidió solicitando a la dictadura militar gobernante en Brasil que lo detuviera y lo enviara de regreso a España. Retornó finalmente al país en 1972 para radicarse definitivamente en 1973. Con Perón aún proscrito, el peronismo ganó las elecciones en marzo de 1973, abriendo el período conocido como tercer peronismo. Sectores internos del movimiento se enfrentaron políticamente y por medio de actos de violencia: tras la llamada masacre de Ezeiza, Perón dio un amplio respaldo a los sectores «ortodoxos» de su partido, algunos de los cuales a su vez crearon el comando parapolicial conocido como la Triple A, destinado a perseguir y asesinar militantes calificados «de izquierda», peronistas y no peronistas. Un mes y medio después de asumir, el presidente Cámpora renunció y se convocaron nuevas elecciones sin proscripciones. Perón se presentó junto a su esposa como candidatos a presidente y vicepresidenta respectivamente en septiembre de 1973 y logró un amplio triunfo, asumiendo el Gobierno en octubre de ese mismo año. Falleció a mediados de 1974, dejando la Presidencia en manos de la vicepresidenta, la cual fue derrocada sin haber terminado su mandato. El peronismo continuó existiendo y ha logrado varios triunfos electorales.

Revolución del 43

El 4 de junio de 1943 se produjo un golpe de Estado que derrocó al gobierno del presidente conservador Ramón Castillo. El gobierno de Castillo fue el último de una serie de gobiernos conocidos en la historia argentina como la Década infame, impuestos por la dictadura del general José Félix Uriburu (1930-1931) y sostenidos por el fraude electoral. En 1943 asumió el general Arturo Rawson, pero tres días después fue a su vez destituido por el general Pedro Pablo Ramírez.

Varios historiadores vinculan a Perón al GOU, siglas de una logia militar que podrían corresponder a Grupo Obra de Unificación o Grupo de Oficiales Unidos, o al ATE (Asociación de Tenientes del Ejército), integrados por oficiales del Ejército de mediana y baja graduación. Se le atribuye a este o estos grupos haber tenido una gran influencia en el golpe y el gobierno militar. Sin embargo, varios historiadores de importancia, como Rogelio García Lupo y Robert Potash, han sostenido que el GOU nunca existió como tal o que si hubiera existido tuvo escaso poder.[38]​ El historiador Roberto Ferrero sostiene que el dúo Farrell-Perón intentaba conformar un polo «nacionalista popular» que llevara hacia una salida democrática del régimen, confrontando con el sector «nacionalista elitista» no democrático que había sostenido a Ramírez como presidente.[39]

Perón no ocupó ningún cargo del gobierno de Rawson ni inicialmente en el de Ramírez. El 27 de octubre de 1943, asumió como jefe del Departamento Nacional de Trabajo, en ese entonces un pequeño organismo del Estado de escasa importancia política.[40]

Inicios de Perón en el nuevo gobierno: la alianza con los sindicatos

Tapa de 1945 del periódico de la Unión Ferroviaria, el principal sindicato del país desde la década de 1920. A fines de 1943, el coronel Perón estableció una alianza con un amplio grupo de sindicatos de diversas tendencias que se organizó como corriente laborista-nacionalista influyendo notablemente en el curso de la autodenominada Revolución del 43.

Perón se desempeñó como secretario privado del general Edelmiro Farrell, quien había quedado a cargo del Ministerio de Guerra desde el 4 de junio de 1943. Pocos días después del golpe, la CGT N.º 2 conducida por el sector socialista de Francisco Pérez Leirós y Ángel Borlenghi y los comunistas, se entrevistaron con el ministro del Interior de la dictadura para ofrecerle el apoyo sindical mediante una marcha a la Casa Rosada. El gobierno rechazó el ofrecimiento y poco después disolvió la CGT N.º 2, encarcelando a varios de sus dirigentes.[41]

En agosto de 1943, el movimiento obrero intentó un nuevo acercamiento con la dictadura militar, esta vez a raíz de una iniciativa del poderoso sindicato Unión Ferroviaria de la CGT N.º 1, al tomar conocimiento de que uno de sus dirigentes era hermano del teniente coronel Domingo Mercante. Esas conversaciones prosperaron y poco a poco a ellas se fueron sumando otros dirigentes sindicales y a petición de Mercante, el coronel Juan Domingo Perón. Hasta ese momento los sindicatos habían desempeñado un papel menor en la vida política del país y estaban conducidos por cuatro corrientes: socialismosindicalismo revolucionariocomunismo y anarquismo. Los dos principales sindicatos eran la Unión Ferroviaria, liderada por José Domenech, y la Confederación de Empleados de Comercio, liderada por Ángel Borlenghi.

En las primeras reuniones, caracterizadas por la desconfianza, los sindicalistas propusieron a Mercante y a Perón realizar una alianza que se instalara en el pequeño Departamento Nacional de Trabajo, para desde allí impulsar la sanción y sobre todo la aplicación efectiva de las leyes laborales reclamadas largamente por el movimiento obrero, así como el fortalecimiento de los sindicatos y del propio Departamento de Trabajo. El poder y la influencia creciente de Perón provino de su alianza con un sector del sindicalismo argentino, principalmente con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria.[42]

En 1944 creó la Dirección Nacional de Salud, dependiente del Ministerio del Interior, que pasó a administrar el Fondo de Ayuda Federal destinado a compensar los desequilibrios de las jurisdicciones en materia sanitaria, y por medio de las Delegaciones Regionales ejerció influencia sobre la salud pública de las provincias y gobernaciones del país. Mediante la resolución 30 655/44 por el cual se impulsó la atención médica gratuita en las fábricas con responsabilidad de la empresa, se apoyaron políticas para que los sindicatos desarrollaran el seguro social como complementario de la acción estatal y se crearon servicios hospitalarios bajo control de los gremios de la industria azucarera, ferroviarios y vidrio, entre otros.[43]

A partir de esa alianza y secundado por Mercante, Perón maniobró dentro del gobierno para que se lo designara al frente del Departamento Nacional del Trabajo, que era poco influyente entonces, hecho que sucede el 27 de octubre de 1943. Perón designó a los líderes sindicales en los principales cargos del departamento y desde allí pusieron en marcha el plan sindical, adoptando inicialmente una política de presión sobre las empresas para que resolvieran los conflictos laborales por medio de convenios colectivos de trabajo. La vertiginosa actividad del Departamento de Trabajo ocasionó el creciente apoyo a su gestión por parte de dirigentes sindicales de todas las corrientes: socialistas, sindicalistas revolucionarios, comunistas y anarquistas, y a su vez incorporando a otros socialistas como José Domenech (ferroviario), David Diskin (empleados de comercio), Alcides Montiel (cervecero) y Lucio Bonilla (textil); sindicalistas revolucionarios provenientes de la Unión Sindical Argentina, como Luis Gay (telefónico) y Modesto Orozo (telefónico); incluso a algunos comunistas como René Stordeur (gráficos) y Aurelio Hernández (sanidad)[44]​y hasta trotskistas como Ángel Perelman (metalúrgico).[45]

Secretario de Trabajo y Previsión

En noviembre de 1943, Perón instaló su oficina como secretario de Trabajo en la sede del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires (actual Palacio Legislativo).

El 27 de noviembre de 1943, un decreto ―redactado por José Figuerola y Juan Atilio Bramuglia― creó la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación; el mismo decreto nombraba a Perón secretario de Trabajo.[46]

El nuevo organismo incorporaba en su organigrama las funciones del Departamento de Trabajo y a otras reparticiones, tales como la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones, la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, la Junta Nacional para Combatir la Desocupación, la Cámara de Alquileres, entre otras. Dependía directamente del Presidente, de modo que tenía todas las atribuciones de un ministerio; su función consistía en centralizar toda la acción social del Estado y fiscalizar el cumplimiento de las leyes laborales, para lo cual contaba con delegaciones regionales en todo el país.[47]​Se transfirieron a la Secretaría, además, los servicios y facultades de carácter conciliatorio y arbitral, así como las funciones de policía del trabajo, los servicios de higiene industrial, los de inspección de asociaciones mutualistas y los relacionados con el trabajo marítimo, fluvial y portuario.

Como reflejo de la jerarquización administrativa de la nueva Secretaría, Perón trasladó las oficinas del antiguo Departamento ―que estaban en un pequeño edificio en Perú esquina Victoria, actual Hipólito Yrigoyen― a la sede del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires.

A fines de 1943, el sindicalista socialista José Domenech, secretario general de la poderosa Unión Ferroviaria, le propuso a Perón participar personalmente de las asambleas obreras. La primera asamblea sindical a la que asistió fue el 9 de diciembre de 1943 en la ciudad de Rosario, donde Domenech lo presentó como «el Primer Trabajador de la Argentina». La presentación de Domenech tendría consecuencias históricas, ya que ese título sería uno de los argumentos para que, dos años después, se aceptara la afiliación de Perón al nuevo Partido Laborista, y aparecería también como uno de los versos más destacados de la Marcha Peronista.[48][49]

Secretario de Trabajo, ministro de Guerra y vicepresidente

En febrero de 1944 el dúo Farrell-Perón desplazó a Ramírez de la presidencia; Perón fue designado para el estratégico cargo de ministro de Guerra el 24 de febrero de 1944 y al día siguiente Farrell en la Presidencia de la Nación, primero interinamente y definitivamente a partir del 9 de marzo de ese año.[50]

Como Secretario de Trabajo, Perón realizó una obra notable, haciendo aprobar las leyes laborales que habían sido reclamadas históricamente por el movimiento obrero argentino, entre ellas, generalización de la indemnización por despido, que existía desde 1934 para empleados de comercio, jubilaciones para empleados de comercio, Estatuto del Peón de Campo, creación de la justicia laboral, aguinaldo, eficacia real de la policía de trabajo, ya existente, para garantizar su aplicación, y por primera vez la negociación colectiva, que se generalizó como regulación básica de la relación entre el capital y el trabajo. También dejó sin efecto el decreto-ley de asociaciones sindicales sancionado por Ramírez en las primeras semanas de la revolución, que era criticado por todo el movimiento obrero.[cita requerida]

De la mano con esta actividad, Perón, Mercante y el grupo inicial de sindicalistas que concretaron la alianza (los socialistas Borlenghi y Bramuglia, principalmente), comenzaron a organizar una nueva corriente sindical que iría asumiendo una identidad laborista-nacionalista.

Durante 1944, Farrell impulsó decididamente las reformas laborales que proponía la Secretaría de Trabajo. Ese año, el gobierno convocó a sindicatos y empleadores a negociar convenios colectivos, un proceso que no tenía precedentes en el país. Ese año se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1,4 millones de obreros y empleados, y al año siguiente (1945) se firmarían otros 347 convenios, que cubrirían a 2,2 millones de trabajadores.[51]

La Secretaría de Trabajo y Previsión comenzó a hacer realidad el programa histórico del sindicalismo argentino: se sancionó el Decreto 33.302/43, extendiendo a todos los trabajadores las indemnizaciones por despido que ya tenían los empleados de comercio; se sancionó el Estatuto del Periodista; se creó el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohibieron las agencias privadas de colocaciones y se crearon escuelas técnicas orientadas a obreros. El 8 de julio de 1944, Perón fue designado vicepresidente de la Nación, manteniendo los cargos de ministro de Guerra y secretario de Trabajo.

El 18 de noviembre de 1944, se anunció la promulgación del Estatuto del Peón de Campo (Decreto-Ley N° 28.194) sancionado el mes anterior, modernizando la situación semifeudal en que aún se encontraban los trabajadores rurales, alarmando a los grandes estancieros (latifundistas) que controlaban las exportaciones argentinas. El 30 de noviembre se establecieron los tribunales de trabajo, resistidos por el sector patronal y los grupos conservadores.[52]​Esta normativa fijó por primera vez, para todo el territorio de la república, condiciones de trabajo humanitarias para los asalariados rurales no transitorios, entre ellas: salarios mínimos, descanso dominical, vacaciones pagas, estabilidad, condiciones de higiene y alojamiento. Este decreto fue ratificado por la ley 12.921 y reglamentado por el decreto 34.147 del año 1949. De esta forma se fortaleció el poder de negociación de los sindicatos rurales, estableció el Estatuto del Tambero-Mediero, respaldó públicamente y se comprometió a mantener la rebaja obligatoria del precio de los arrendamientos y la suspensión de los desalojos, y trasladó al Consejo Agrario Nacional al ámbito de la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde donde se llevaron adelante algunas expropiaciones. Perón sostendría: “La tierra no debe ser un bien de renta, sino un bien de trabajo”.[53]

El 4 de diciembre, se aprobó el régimen de jubilaciones para empleados de comercio, que fue seguido por una manifestación sindical de apoyo a Perón, la primera en su apoyo y en la que habló en un acto público, organizada por el socialista Ángel Borlenghi, secretario general del sindicato, reuniendo una enorme multitud estimada en 200.000 personas.[54]

Paralelamente, aumentaba la sindicalización de los trabajadores: mientras que en 1941 había 356 sindicatos con 441.412 miembros, en 1945 esa cantidad había aumentado a 969 sindicatos con 528.523 miembros,[55]​en su mayoría "nuevos" trabajadores, étnicamente distintos de los inmigrantes de las décadas anteriores, provenientes de la migración masiva que estaba sucediendo desde el interior del país y países limítrofes a las ciudades, especialmente al Gran Buenos Aires. Se los empezó a llamar despectivamente "morochos", "grasas", "negros", "negras" y "cabecitas negras" por las clases medias y altas, y también por algunos de los trabajadores industriales "viejos", descendientes de la inmigración europea.

La Secretaría de Trabajo, con el apoyo de un sector cada vez más importante de sindicalismo, estaba reconformando masivamente la cultura que sostenía las relaciones laborales, caracterizada hasta ese momento por el predominio del paternalismo característico de la estancia. Un exponente del sector patronal opuesto a las reformas laborales "peronistas" sostenía por entonces que lo más grave de las mismas era que los trabajadores habían «comenzado a mirar a los ojos» a sus empleadores.[56]

En ese contexto de transformación cultural referido al lugar de los trabajadores en la sociedad, la clase obrera se ampliaba constantemente debido a la industrialización acelerada del país. Esta gran transformación socio-económica fue la base del nacionalismo laborista que tomó forma entre la segunda mitad de 1944 y la primera mitad de 1945 y que adoptaría el nombre de peronismo.[57]​Jugó un rol central en la sanción del decreto-ley 1740/45 fijando el régimen de vacaciones para los obreros industriales y la creación de la Justicia Nacional del Trabajo. Por decreto N.º 33.302 del 20 de diciembre de 1945 se crea el "Instituto Nacional de Remuneraciones", se otorga un aumento salarial y se instituye, por primera vez, el sueldo anual complementario o aguinaldo.[58]​Perón representaba a la línea de mayor apertura ante los problemas sociales. A través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, creada por iniciativa de Perón, se produjeron cambios fundamentales tendientes a establecer una relación más fuerte con el movimiento obrero, y se sancionaron una serie de reformas en la legislación laboral como el Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales, y también se estableció el seguro social y la jubilación, que benefició a 2 millones de personas. Además, se crearon Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, resultaron favorables a las demandas obreras (entre ellas, la fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores), y se reconocieron la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial de su posición en el plano jurídico. También otorga nuevos derechos como indemnizaciones, vacaciones pagas, licencias, prevención de accidentes de trabajo, capacitación técnica, etcétera. Asimismo, entre los años 1936 a 1940, los sindicatos habían firmado solo 46 convenios colectivos de trabajo, y tan solo entre los años 1944 y 1945 rubricaron más de 700. El 2 de octubre de 1945 se dicta la Ley de Asociaciones Profesionales, por la cual los sindicatos son declarados entidades de bien público. Los trabajadores obtienen así el reconocimiento de sus derechos, se les da apoyo legal y cuentan con el estado como respaldo.[59]

1945

1945 fue uno de los años más trascendentes de la historia de la Argentina.[60]

Se inició con la obvia intención de Farrell y Perón de preparar el ambiente para declarar la guerra a Alemania y Japón, el rol de Perón en esta decisión debe ser señalado. El 26 de enero de 1944, el Gobierno argentino había roto las relaciones diplomáticas con Alemania y Japón ―Italia estaba ocupada por los aliados―: «Declárase el estado de guerra entre la República Argentina y el Imperio del Japón», y recién en el artículo 3 se le declaraba la guerra a Alemania. El 20 de marzo, el encargado de negocios británico Alfred Noble se reunió con Perón para subrayar la necesidad de dar aquel paso. Pero existía oposición dentro del Ejército y la opinión pública se encontraba dividida en torno a declarar la guerra o no, sin embargo tomó medidas tendientes a mejorar su imagen: cese total del intercambio comercial con los países del Eje, cierre de publicaciones pronazis, intervención de empresas alemanas, arresto de un número importante de espías nazis o sospechosos de serlo.[61]

Ya en octubre del año anterior Argentina había solicitado una reunión a la Unión Panamericana para considerar un rumbo de acción común. Seguidamente, la alianza de Perón con los sindicatos fue desplazando al sector nacionalista de derecha que estaba instalado en el Gobierno desde el golpe de 1943: el ministro de Relaciones Exteriores Orlando L. Peluffo, el interventor de Corrientes David Uriburu, y sobre todo el general Juan Sanguinetti, desplazado del crucial cargo de interventor de la provincia de Buenos Aires que, luego de un breve interregno, fue asumido por Juan Atilio Bramuglia, el abogado socialista de la Unión Ferroviaria, integrante del sector sindical que inició el acercamiento del movimiento obrero a Perón.

En febrero, Perón realizó un viaje secreto a Estados Unidos para convenir la declaración de guerra, el cese del bloqueo, el reconocimiento al gobierno argentino y la adhesión de este a la Conferencia Interamericana de Chapultepec, la cual estaba prevista para el 21 de febrero de ese año.[62]​Poco después, renuncia el nacionalista de derecha Rómulo Etcheverry Boneo al Ministerio de Educación y es reemplazado por Antonio J. Benítez, un hombre del grupo de Farrel-Perón.

El 27 de marzo, al mismo tiempo que la mayor parte de los países latinoamericanos, Argentina le declaró la guerra a Alemania y Japón y una semana después firmó el Acta de Chapultepec, quedando habilitada a participar en la Conferencia de San Francisco que fundó las Naciones Unidas el 26 de junio de 1945, integrando el grupo de los 51 países fundadores.[63]

Simultáneamente, el gobierno comenzó un giro para la realización de elecciones. El 4 de enero el ministro del Interior almirante Tessaire, anunció la legalización del Partido Comunista. Se prohibieron los diarios pronazis Cabildo y El Pampero, y se ordenó el cese de los interventores universitarios para volver al sistema reformista de autonomía universitaria, a la vez que se restituía a los profesores cesados.

Antiperonismo y peronismo

Spruille Braden, el nuevo embajador de Estados Unidos en la Argentina, llegó a Buenos Aires el 19 de mayo de 1945. Fue el principal organizador del antiperonismo.

La característica principal del año 1945 en la Argentina sería la radicalización de la situación política entre peronismo y antiperonismo, impulsada en gran medida por Estados Unidos, por medio de su embajador, Spruille Braden. En adelante la población argentina quedaría dividida en dos bandos frontalmente enfrentados: los partidarios de Perón, que eran mayoría en la clase obrera, y los no peronistas, que eran mayoritarios en la clase media (sobre todo porteña) y la clase alta.

El 19 de mayo llegó a Buenos Aires Spruille Braden, el nuevo embajador estadounidense, quien se desempeñaría en el puesto hasta noviembre del mismo año. Braden era uno de los dueños de la empresa minera Braden Copper Company de Chile, partidario de la política imperialista dura del «Gran Garrote»; tenía una posición abiertamente antisindical y se oponía a la industrialización de la Argentina.[64]​ Con anterioridad había desempeñado un papel relevante en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, preservando los intereses de la Standard Oil[65]​ y en Cuba (1942) operando para que rompiera relaciones con España.[66]​Con posterioridad se desempeñó como Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de Estados Unidos y comenzó a trabajar como lobbista pagado de la United Fruit Company, impulsando el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954.[67]

Según el embajador británico, Braden tenía «la idea fija de que había sido elegido por la Providencia para derrocar al régimen Farrell-Perón».[68]​ Desde un primer momento, Braden comenzó públicamente a organizar y coordinar a la oposición, exacerbando el conflicto interno. El historiador radical Félix Luna dice que la aparición del antiperonismo fue previa a la aparición del peronismo.[69]​ La Bolsa de Comercio y la Cámara Argentina de Comercio lanzan Manifiesto del Comercio y la Industria junto con 321 organizaciones patronales, criticando la política laboral del Secretario de Trabajo, ya que estaba creando «un clima de recelos, de provocación y de rebeldía, que estimula el resentimiento, y un permanente espíritu de hostilidad y reivindicación».[70]

El movimiento sindical, en el que aún no predominaba el apoyo abierto a Perón,[71]​ reaccionó rápidamente en defensa de la política laboral y el 12 de julio la CGT organizó un multitudinario acto bajo el lema «Contra la reacción capitalista».[72]​ Según Félix Luna, esa fue la primera vez que los trabajadores comenzaron a identificarse como «peronistas».[69]

El antiperonismo adoptó la bandera de la democracia y criticó duramente las que llamaba actitudes antidemocráticas del peronismo; este por su parte tomó como bandera la justicia social y criticaba duramente el desprecio por los trabajadores de sus adversarios. El movimiento estudiantil expresaba su oposición con la consigna «no a la dictadura de las alpargatas»[73]​y el movimiento sindical respondía con «alpargatas sí, libros no».[74]​ Las manifestaciones obreras que apoyaban las leyes laborales que iba promoviendo Perón contestaban «alpargatas sí, libros no».[75]

El 19 de septiembre de 1945, la oposición apareció unida en una enorme manifestación de más de 200 000 personas,[76]​ denominada la Marcha de la Constitución y la Libertad, que se dirigió del Congreso al barrio de la Recoleta, encabezada por cincuenta personalidades de la oposición, entre ellos los radicales José P. TamboriniEnrique MoscaErnesto Sammartino y Gabriel Oddone, el socialista Nicolás Repetto, los radicales antipersonalistas José M. Cantilo y Diógenes Taboada, el conservador (PDNLaureano Landaburu, los demócratas cristianos Manuel Ordóñez y Rodolfo Martínez, el filocomunista Luis Reissig, el demócrata progresista Juan José Díaz Arana, y el rector de la UBA Horacio Rivarola.

Se ha dicho que la manifestación estaba mayoritariamente integrada por personas de clase media y alta, lo que resulta históricamente indiscutible,[69]​pero ello no invalida el significado histórico de su amplitud social y su pluralidad política. La marcha impactó de lleno en el poder de Farrell-Perón y desencadenó una sucesión de planteos militares contra la permanencia de Perón en el gobierno que se concretaron el 8 de octubre, cuando ante una votación adversa de los oficiales de Campo de Mayo, que estaba al mando del general Eduardo J. Ávalos ―uno de los líderes del GOU―, con apoyo del radicalismo a través de Amadeo Sabattini, Perón presentó la renuncia a todos sus cargos. El 11 de octubre Estados Unidos le pidió a Gran Bretaña que dejara de comprar bienes argentinos durante dos semanas para producir la caída del gobierno.[77]

El 12 de octubre, Perón fue detenido y llevado a la Isla Martín García. En ese momento, los líderes del movimiento opositor tuvieron el país y el gobierno a su disposición. «Perón era un cadáver político»[78]​y el gobierno, presidido formalmente por Farrell, estaba en realidad en manos del general Ávalos, quien asumió como ministro de Guerra en reemplazo de Perón y sólo pretendía entregar el poder a los civiles lo antes posible.

Perón fue reemplazado en la vicepresidencia por el ministro de Obras Públicas general Juan Pistarini, quien mantuvo los dos cargos, mientras que el jefe de la Marina contralmirante Héctor Vernengo Lima asumió la titularidad del Ministerio de Marina. La tensión llegó a un punto tal que el líder radical Amadeo Sabattini fue abucheado por nazi en la Casa Radical, un gigantesco acto civil atacó el Círculo Militar (12 de octubre) y un comando paramilitar llegó a planear el asesinato de Perón.[79]

La Casa Radical de la calle Tucumán en Buenos Aires se había convertido en el centro de deliberaciones de la oposición. Pero los días pasaron sin que se tomara ninguna resolución, llegando muchas veces a impulsar el revanchismo patronal. El día martes 16 de octubre era día de pago:

Al ir a cobrar la quincena, los obreros se encontraron con que el salario del feriado 12 de octubre no se pagaba, a pesar del decreto firmado días antes por Perón. Panaderos y textiles fueron los más afectados por la reacción patronal. ―¡Vayan a reclamarle a Perón!― era la sarcástica respuesta.[80]

Organizaciones como la Federación Universitaria de Buenos Aires, la Federación Universitaria Argentina y el Colegio de Abogados participaron en algunos casos en actividades golpistas y terroristas.[81]

El 17 de octubre

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Fragmento del discurso de Juan Domingo Perón el 17 de octubre de 1945.[82]
Foto histórica conocida como Las patas en la fuente durante la manifestación en Plaza de Mayo del 17 de octubre de 1945.
Banda de Perón, expuesta en el Museo del Bicentenario.

El miércoles 17 de octubre de 1945, se produjo una masiva movilización de entre 300 000 (según cálculos de Félix Luna) y 500 000 personas,[83]​ la mayoría trabajadores de sectores muy humildes, que ocuparon la Plaza de Mayo exigiendo la libertad de Perón. En la misma jugaron un papel decisivo los dirigentes sindicales, los metalúrgicos Ángel Perelman y Patricio Montes de Oca, Alcides Montiel del gremio cervecero, Cipriano Reyes del gremio de la carne, dirigentes de base de la CGT, que iban recorriendo las fábricas incitando a los trabajadores a abandonar el trabajo para marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal, y activistas como la escritora uruguaya Blanca Luz Brum.[84][85]​ Previamente, en la madrugada del día 17, comenzó una movilización de los trabajadores de La BocaBarracasParque Patricios y de los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores. Fue muy importante también el número de trabajadores que salió de Berisso, localidad cercana a La Plata. La acción estaba apenas coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días anteriores, y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.

El presidente Edelmiro J. Farrell mantuvo una actitud prescindente. Los sectores más antiperonistas del gobierno, como el almirante Vernengo Lima, propusieron abrir fuego contra los manifestantes. El nuevo hombre fuerte del gobierno militar, el general Eduardo Ávalos, se mantuvo pasivo, esperanzado que la manifestación se disolviera sola, y se negó a movilizar las tropas. Finalmente, ante la contundencia de la presión popular, negociaron con Perón y pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro; Perón también se retiraría y no volvería a detentar ningún cargo pero a cambio exigiría que el gobierno convocara a elecciones libres para los primeros meses de 1946.[86]

A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno y habló a los trabajadores mientras celebraban el triunfo. Anunció su retiro del Ejército, celebró la «fiesta de la democracia» y antes de pedir que volvieran pacíficamente a sus casas con cuidado de no dañar a las mujeres presentes dijo:

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria… Y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos.
Juan Domingo Perón, 17 de octubre de 1945

Cinco días después, Perón se casaba con Evita y su amigo Mercante asumía la conducción de la Secretaría de Trabajo y Previsión, finalmente siendo electo presidente en las elecciones del 24 de febrero de 1946.[86]

Elecciones de 1946

Proclamación de la fórmula Perón-Quijano, el 10 de febrero de 1946.

Tras un corto lapso de descanso, durante el cual contrajo matrimonio con Eva Duarte en Junín (provincia de Buenos Aires), el 22 de octubre, Perón comenzó su campaña política. El sector de la Unión Cívica Radical, que le apoyaba, formó la UCR Junta Renovadora, a la cual se sumaron el Partido Laborista y el Partido Independiente; por su parte, la organización radical FORJA se disolvió para sumarse al movimiento peronista.

Un rol activo en la campaña cumpliría la Sociedad Rural Argentina (SRA), contando con el respaldo activo de Spruille Braden, embajador de Estados Unidos en Argentina. Durante la campaña se produjeron dos hechos que afectaron profundamente el resultado, por un lado el descubrimiento de un importante cheque entregado por una organización patronal como contribución a la campaña de la Unión Democrática. El segundo fue el involucramiento en cuestiones internas del Departamento de Estado de los Estados Unidos ―a instancias del embajador Braden― en la campaña electoral a favor de la fórmula Tamborini-Mosca.[87]

Al mismo tiempo, salió a la luz que Raúl Lamuraglia, un hombre de negocios, había financiado la campaña de la Unión Democrática, a través de millonarios cheques del Bank of New York que habían tenido como destino sostener el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y a sus candidatos José Tamborini y Enrique Mosca. Posteriormente, en 1951, el empresario aportaría recursos para apoyar el golpe de Estado fallido del general Benjamín Menéndez contra Perón, y en junio de 1955 financiaría el bombardeo de Plaza de Mayo.[88]

En 1945, la embajada de Estados Unidos dirigida por Spruille Braden promovió la unificación de la oposición en un frente antiperonista, que incluyó a los partidos ComunistaSocialistaUnión Cívica RadicalDemócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial (grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores. Durante su breve gestión como embajador, y valiéndose de un excelente dominio del idioma castellano, Braden actuó como un líder político de la oposición, en una evidente violación del principio de no intervención en los asuntos internos de un país extranjero. Braden propició en 1946, pocos días antes de las elecciones, la publicación de un informe denominado "El Libro Azul", acusando al gobierno militar como al anterior ―la presidencia de Castillo― de colaborar con las potencias del Eje, de acuerdo a documentos recopilados por el Departamento de Estado estadounidense.[89]​Como respuesta, los partidos políticos que sostenían la candidatura presidencial de Perón, publicaron un libro de respuesta que se tituló "El Libro Azul y Blanco", que instaló hábilmente la consigna Braden o Perón.[90]

En medio de la campaña electoral de 1946, sectores ligados a la Sociedad Rural Argentina, la sección local de la Unión Cívica Radical y el Partido Liberal de Corrientes, planearon un atentado contra su vida en Corrientes. El día 3 de febrero de 1946, este grupo, ante la marcha de Perón por las calles de Goya, se posicionó sobre los techos con armas. Desde un vehículo en el que viajaban los liberales Bernabé Marambio Ballesteros, Gerardo Speroni, Juan Reynoldi y Ovidio Robar, dispararon con armas de fuego a la gente que desde el puerto, enterada de la noticia, marchaba hacia el centro para repudiar el intento de asesinato.[91]

La Unión Democrática apoyó el Libro azul y la inmediata ocupación de Argentina por fuerzas militares lideradas por Estados Unidos; adicionalmente, exigió la inhabilitación legal de Perón para ser candidato. Esto, sin embargo, no sucedió y solo sirvió para destruir las posibilidades de triunfo de la Unión Democrática. Perón a su vez publicó el Libro azul y blanco e hizo público un eslogan que establecía una disyuntiva contundente, «Braden o Perón», que tuvo una fuerte influencia en la opinión pública al momento de votar.[76]

El apoyo popular, organizado por el Partido Laborista y la UCR Junta Renovadora, le dio la presidencia a Perón.[92]​En las elecciones del 24 de febrero de 1946, siendo derrotado únicamente en CórdobaCorrientesSan Juan y San Luis, Perón se impuso con un 52.84% de los votos, mientras que Tamborini se colocó en segundo lugar, con el 42.87% de los votos, diez puntos por debajo del peronismo. En el Colegio Electoral (no existía el voto directo), Perón recibió 299 votos electorales contra solo 66 de Tamborini. La Unión Democrática colapsó al momento de su derrota y nunca volvió a unirse, mientras que los partidos aliados de Perón se unificaron en el Partido Peronista a finales de ese año.

A diferencia de las elecciones celebradas durante la "Década Infame", las elecciones de febrero de 1946 fueron reconocidas como absolutamente limpias por los propios dirigentes y diarios opositores.[93]

Algunos medios opositores se negaron a publicar el resultado, una vez realizado los comicios presidenciales. El diario La Prensa no dio a conocer la noticia de que Perón había resultado elegido presidente. Tardó más de un mes en imprimir la novedad, de modo indirecto, publicando una cita del New York Times que daba por hecho que Perón había ganado las elecciones presidenciales. Al transmitirse el poder, el diario realizó la crónica del hecho sin mencionar ninguna vez a Perón.[94]


Dolores

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